lunes, 19 de abril de 2010

Dando la vara.

     Me gusta el fútbol. Mucho. Pero llegados a una edad, me gusta verlo como espectador. Y como buen aficionado, soy de los que creen que cuando acaba el partido lo mejor es que el árbitro, juez de la contienda, haya pasado desapercibido. Es lo mejor que le puede pasar.


     Cuando no es así, malo. Cuando adquiere un protagonismo que puede llegar a influir en el resultado final, peor.


     No hay cosa peor en el mundo de la justicia que el juez sea el protagonista, la estrella de la causa. Y eso es lo que hoy está ocurriendo en esta nuestra España con algún que otro juez.


     Les supongo a ustedes gente instruida por lo que me ahorraré escribir el nombre del juez a quien me refiero.


     El personaje en cuestión, lleva más de 20 años dando la vara; le da igual ser competente para instruir un procedimiento. Si le place, lo hace. No hay causa en la que no intervenga, ya sea investigar las causas de la desaparición de los dinosaurios o las cuentas del Gran Capitán.


     Este envarado juez , varado en una memoria histérica más que histórica, anda metido en problemas debido a que tiene una afición desmesurada a meterse en camisas de once varas.



     Pareciera a veces que la equidad no parece ir con él. Las diferentes varas de medir suelen ser notas características, según sea investigar una causa u otra.


     Como buen andaluz de Jaén, altivo pero no aceitunero, debería saber que los olivos hay que varearlos en el momento adecuado, que varear por varear es tontería, porque no se consiguen frutos y se acaba por dañar el árbol.


     Él ya se ha encargado de dañar el árbol bajo el que todos estábamos tan tranquilos. Lo ha partido por la mitad. Ya tenemos otra vez las dos Españas.


    Afortunadamente aún quedan jueces dispuestos a que la legalidad se cumpla por igual para todos. Sintomático es que el juez que está poniéndolo en su sitio se llame Varela.


     Mientras todo este procedimiento sigue su causa yo tengo la solución para que el envarado juez deje de darnos la vara por un tiempo.



     Yo le dejaba una tarde a solas con El Tío la Vara.

2 comentarios:

Adolfo dijo...

Amigo Ramón. Hoy, como siempre, has estado muy acertado, es mas, incluso chisposo. A este juez, que al ser yo tan instruido, sé quien puede ser... no solo habría que varearlo, incluso empalarlo (entendido esto como el 50% del personal que no está de acuerdo con sus modus operandis) Y es que al narciso siempre le llega su turno tarde o temprano y si la aceituna del árbol no se la varea, al final se cae y se PUDRE, que es lo que le está pasando a este por mucho que otros se empeñen.
Un fuerte saludo de uno que tiene al menos un Olivo, como vuestra usia conoce.

Anónimo dijo...

Ya hacía tiempo que tocaba blog.
Pues eso, que nuestro juez "queridoemilio" parece ser que esta vez no se va a ir de rositas. Vareado o no, lo importante es que se vaya. Y si se quiere ir también de la lengua, pues adelante. Juanma