jueves, 20 de enero de 2011

Pinganillos en el pádel, ya!!


          Por el título del presente artículo habrán podido deducir, los que no lo sabían aún, que soy un aficionado al pádel, deporte bonito donde los haya, a la vez que a veces políticamente incorrecto según me han dicho muchos detractores de este blog. Y es que cuando a algunos no les han gustado mis opiniones, toda la crítica se ha basado en decirme que un soy un “pijo jugador de pádel”.

          Como pueden ver, argumento de peso. Pero no me voy a desviar del tema. Vuelvo al pádel en sí. Como les decía soy un aficionado y juego cuando puedo. Sobre mi estilo poco tengo que decir, pero me considero un fino jugador, con un marcado estilo de movimientos al golpear, acariciar mejor dicho, la bola.

          Mi revés es elegante, sutil, imprevisible; mi golpe de derechas es tal vez menos elegante, pero no menos efectivo. Si bien es cierto que la volea, la bandeja y el remate no son mi fuerte y no son golpes definitivos, no es menos cierto que la elegancia en el golpeo está presente.

          A todo ello debo añadir para conocimiento de aquellos que no me han visto desfilar por las pistas que la elegancia no solo acompaña mi juego sino también mi porte distinguido, la indumentaria que uso, y sobre todo la gran variedad de pañuelos (bandanas le llaman ahora) que utilizo para domar mi gris cabellera.

          Y además a veces gano partidos. No muchos, pero cuando gano ya me encargo yo de difundirlo.

          Últimamente llevaba una buena racha de victorias en compañía de mi compañero Adolfo Lozano. Nuestros partidos se contaban por victorias dando espectáculo. Racha que ayer se vio truncada de manera radical ante unos dignísimos rivales pero a los que tuvimos contra las cuerdas y no supimos ganarles.

          Mi compañero y yo, ayer nos hablábamos en la pista, nos transmitíamos consignas, dale tú, bola mía, están pegados, arriba, cuidado que suben... en fin, mensajes cortos en el lenguaje propio del pádel. Pero nada, no había manera de que nos saliera algo bien. No había comunicación, no nos entendíamos. Y claro, así nos fue.

          Nos falló la comunicación y perdimos el partido. Tras el mismo hice un acto de reflexión acerca de cuál había sido el fallo y tras largas horas de darle vueltas ya sé los que nos pasó: Mi compañero es extremeño y yo no. Nuestros acentos son diferentes, hablamos el mismo idioma castellano, pero cada uno con sus peculiaridades.

          Ahí radicó el fallo. No nos entendemos a pesar de compartir el idioma. Ahora ya lo sé y también sé la solución, que no es otra que salir a jugar, a partir de ahora con un pinganillo o auricular de esos que hacen la traducción simultánea al idioma deseado.

          Vamos, como hacen desde ayer en el Senado español.

          Si es que no hay mejor cosa que aprender de nuestros políticos para encontrar la solución a nuestros problemas.

          Si ya me consideraba un más que aceptable jugador de pádel, a partir de ahora mi nivel va a subir mucho... y todo gracias a nuestro querido presidente y los que han apoyado esta iniciativa de los traductores simultáneos.

          Les dejo ya, que me marcho al Senado a cambiar mi colección de bandanas por un pinganillo para mi y otro para mi compañero.



miércoles, 5 de enero de 2011

La chivata y el impresentable



        Pues en este año 2011 que como dirían en las telenovelas, recién comenzamos, acabo de desvelar uno de los grandes misterios que me tenía en vilo, en un come come continuo.


         Ahora ya sé, bien que sé, cuáles han sido, son y serán los méritos de la inigualable Leire Pajín para llegar tan alto como ha llegado en política. Y méritos tiene, que no todo se va a circunscribir a parecerse a Felipe, lo cual da un caché importante en el partido.


         Pero no; Leire ha acumulado méritos más que suficientes para llegar a ser como es, Ministra de Sanidad, pasando anteriormente por cargos importantes y muy bien remunerados. Mileurista, lo que se dice mileurista no es.


         Y el Impresentable Presidente lo ha sabido ver. Pues bueno es él. A César Visionario no le gana ni Umbral. Entiéndase lo de Impresentable no en tono despectivo, sino descriptivo de la realidad, porque yo lo digo y lo escribo en el sentido de que no se va a presentar nuevamente a las elecciones. De ahí lo de Impresentable. Por favor, leánlo así, y que no se me altere la progresía que aplaude todas sus ocurrencias.


         Pues el mérito mayor de Leire, el que ha hecho subir ha sido el ser la chivatilla de turno. Vamos, esa a la que en el colegio el profesor/a le encargaba apuntar a los alumnos que hablaran durante su ausencia.


         Y la chivatilla aprendió que apuntando se hace camino y se hace camino al apuntar, digo al chivatear. Y en esas anda, de chivata mayor del Ministerio de Sanidad.
         Pues nada, todos a seguir su petición y a chivarnos si vemos a alguien fumando dónde no se debe. Esta es su gestión.


         Que por otra parte, y sirva de inciso, manda lo que usted se imagina que semejante personaje sea ministra de Sanidad. Actualmente el sistema sanitario está a punto de hundirse, de quebrar. En estos momentos es cuando dicho Ministerio tendría que ser gestionado por un equipo de expertos, de gestores, y no por la amiga del Presidente, que de Sanidad y Gestión sabe lo que yo de física cuántica.


         Porque dudo yo que alguien que no sabe que la G con la E se lee GE y no GUE pueda llevar un Ministerio. Recuerden el episodio del discurso en el que dijo “cónyuGUE” en vez de cónyuge. Por no recordar eso tan fino y elegante que dijo de  “Sólo faltaría que la ministra no pueda nombrar a quien le salga de los cojones”. No me lo invento. Ahí están las hemerotecas. Fina y educada que es ella.


Y ahora, el personaje o personaja en cuestión (que es que no sé como se dice ahora), nos dice que para dar cumplimiento a la nueva Ley Antitabaco, nos chivemos si vemos a alguien fumando dónde no se puede.


Vamos, que nos volvamos delatores, al más puro estilo estalinista, castrista o comunista. Pues conmigo que no cuente.

Chivarse es delatar. Delatar es traicionar y a mí me enseñaron en el colegio aquello de “Roma no paga traidores”.


A ella también se lo debieron enseñar, pero lo más probable es que el día que lo explicaron no fue a clase. Fue el mismo día que explicaron también que la G con la E se lee GE, no GUE.