lunes, 9 de febrero de 2009

El silencio de los corderos

Eluana se muere, poco a poco, en una lenta agonía.


Tras diecisiete años en coma, han decido, a petición del padre, retirarle la alimentación. Y que muera cuando el cuerpo ya no aguante más.


Eluana se muere, poco a poco, y para evitar espasmos y convulsiones, la han sedado.


Y también han sedado las conciencias de los que siempre han levantado su voz contra la pena de muerte. No a la inyección letal, pero sí a una muerte lenta y atroz.


No oigo las voces de los pancarteros, bardenianos, progresistas de nuevo cuño, iluminados de la sanidad...


No oigo las voces de los que predican el derecho a una muerte digna.

Una vez más, han optado por el silencio.

Por el silencio de los corderos, es decir , el de los cobardes.